Que el Señor te siga dando la capacidad de dar tanto cariño y ternura por los pagos de Rosario.
Gracias, Señor, porque en estos años de vida religiosa me has permitido , como a la vela, irme gastando por ti y por los demás, y especialmente por los niños y los jóvenes, tus preferidos, como el 4° rey Mago, ir consumiendo mi vida en ayuda a los demás.
Permíteme, Señor, seguir viviendo, en lo que me resta de vida en función de los demás dándote gracias. Y que, siguiendo el lema de nuestro Fundador, no me canse nunca de dar a conocer y amar a Jesucristo a niños y jóvenes y a todo el que se presente; ahora más con mi ejemplo que con mi palabra.